Sólo
un debraye cinematográfico más
Al
megacomplejo cinematográfico de nombre Cinemetrópoli, ubicado con sus cuarenta
y cinco modernas salas en el ultra fashion Mall de la Brisa Caliente, acude
prácticamente toda la población de la pequeña pero más diversocultural ciudad
del mundo, es decir, la muy noble y muy leal ciudad de Mérida de todos los
Montejo que nuestro altísimo señor Jesús cristo, su padre y su santo espíritu
tengan en su santísima gloria. Pero eso sí, sólo la última sala del incluyente
y fino recinto cuenta con el magnífico y por demás elegante servicio del
cadenero. Y esto porque se trata de la única estancia dedicada exclusivamente
al cine de arte.
La
vastísima experiencia del cadenero en turno, así como su criterio
hipersensible, le permiten realizar su valioso trabajo para, sin dejo alguno de
ofensa en la discriminación, evitar de sutil y educada manera que fatuos,
superfluos, subnormales y palomeros en general ingresen, ya sea por error o por
cualquier motivo, a la sala de proyecciones reservada para el cine de autor, de
culto y todo aquel que por sus nobles características entra en la categoría de
artístico. Así, ya con la simple mirada, ya con una o dos discretísimas
preguntas, puede darse cuenta de las preferencias e intenciones de las miles de
personas que acuden a la Cinemetrópoli cada día.
Un
día cualquiera, por poner un ejemplo, el cadenero en turno da preferencia,
reconociendo y saludando, al chico solitario de jeans gastados, chancletas y camiseta
huanga de algodón, así como al par de guapas muchachas que descombinan todos
los colores posibles en sus vestimentas y calzan una Panam y la otra Converse,
a la pareja de rucos tatuados que siempre va con el preadolescente al medio. Y
así por el estilo y cada que los guapos y las guapas bien vestiditos que se
acercan porque el título de alguna obra les pareció atractivo, con todo su
colmillo los persuade para mejor pasar a otra sala donde podrán entretenerse a
pierna suelta y sin molestar a nadie.
De
tal suerte, los que aquel día del ejemplo accedieron tras el amable abrir del
cadenero a la sala de arte para mirar Post Tenebras Lux, reciente filme del
multipremiado, carismático, talentosísimo y, para terminar pronto con los
calificativos, guapísimo Carlos Reygadas, pudieron relamerse los párpados y
extasiarse con la belleza plástica de la película, así como leer con toda calma
la diversidad temática de la profunda condición humana mediante la delicada
narrativa de quien con esta pieza ganara el premio a mejor director en el
histórico Festival de Cannes en 2012.
En
cambio, los que por el favor del amigo cadenero no entraron se perdieron, por
así decirlo, del magnífico resultado que se obtiene al tomar a Lars von Trier
(quien según superó a Fellini), a David Lynch (quien según superó a Buñuel) y
mezclarlos agregando una sicomágica dosis de Alejandro Jodorowsky (quien para
ser justos con su tamaño habría que decir que superó a su madre, quien sea que ésta
sea) y beber lentamente para ir llevando la lectura de la reflexión a los
cargos de conciencia, y de la negación incómoda a la aceptación culposa.
Jajajajajajajaja, buenísimo :D
ResponderEliminarJajaja, qué bueno Maik. Gracias.
Eliminarpuras mamadas dice ese pinche gogh-lautrec version chaya con huevo sin habanero... gagagagagaga ta bien ijin, si se riò el tal kesum es k esta biemmm , ta biem ta biemm.
ResponderEliminarJajaja, buena onda pinche Beto.
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