“No
nos hacen nada y mira lo que estamos diciendo”
La
neta no sé cómo empezar mi verborrea sobre el filme de Olallo Rubio que tiene
que ver con la historia de un grupo de rock y la de una dictadura perfecta. La película
es muy buena y en ella Rubio hace lo que mejor sabe hacer, lo que sea que eso
sea. Y mis amigos extranjeros, o sea los que viven fuera de Yucatán, se
preguntarán si de verdad acabo de ver una movie que salió hace tanto tiempo,
¿tan lejos estará Mérida que acaba de llegar? Pues sí, y no sólo eso, ya que la
quise ver anteayer y acudí a una sala según la cartelera publicada en periódicos,
la cual decía que sería exhibida en tres horarios, uno vespertino y dos
nocturnos, pero al llegar por la noche te decían que sólo en la tarde se
proyectaba. Sí, este sofisticado sistema de censura todavía opera en este
pueblo cuya población suspiracionista insiste en llamar ciudad sólo por los
hechos de tener muchos y grandotes centros comerciales, restaurantes fancys y
un chingo de tránsito con su respectivo madrero de automóviles.
Total
que al fin pude verla y me surgieron dos que tres comentarios. Para empezar,
decía que la estructura y la forma de narrar lo que le dé la gana al pinche
Olallo es lo que mejor le sale. La peli se ve y se oye muy bien, fluye y parece
que va hacia algún lado, aunque luego no se sabe si llega o no. De la mano van las
historias del rock y la dictadura del Pri en el país, cosas interesantes y que
todo mundo debería de ver y saber. Buenos apuntes, buenos cuestionamientos,
buenos documentos y buenos etcéteras. Pero qué es lo que no me terminó de convencer
de la cinta si realmente es muy buena. Como muchas veces el asunto político,
pues lo considero un tanto maniqueo. Trataré de explicarme, conste que sólo
trataré.
Después
del choro sobre la represión a la libertad de expresión y algunas acusaciones,
llegamos al surgimiento de la banda de rock, rap y demás hierbas que Molotov se
llama y que vino a decir cosas que nadie decía donde ellos lo decían, resultó ser
una rotura de madre a las buenas costumbres y demostró que en el México moderno
la gente ya no se callaba la boca y los niños popis también tenían cosas qué
gritar y podían ser artistas empáticos con el pueblo. Todo bien, y para que el
madrazo fuera más contundente, la banda trajo un sonido fresco, sin pelos y
para decirlo en una sola palabra: lúdico.
Es
el escritor Xavier Velasco, quien con la cara llena de verde sinceridad en el
documental, da en el mero clavo al afirmar que el sentimiento con las proclamas
de Molotov era el de “no nos hacen nada y mira lo que estamos diciendo”. Y ahí
mis queridos malpensados es donde se halla el maldito detalle de este asunto. Pues
claro que, y el mismo Olallo es brillante ejemplo de esto, los dueños del poder
“no les hicieron nada” y no sólo les dejaron decir lo que fuera sino que les
pagaron para que lo hicieran, pues así legitimaban aquel rollo del país
democrático donde todos gozan de libertad de expresión y demás propaganda
neoliberal.
Chale,
qué chairo estuvo eso de mi parte. Además los propios Molotoves admiten que no
tenían pretensiones polacas. Por eso es un detalle. Del resto la película es
muy disfrutable, primero te invita a la reflexión sobre lo que ha significado y
seguirá significando el Pri y sus comparsas y luego te enchufa el kilowataje de
la banda. No deja de poner la epidermis chinita con sonidos e imágenes que
tocan fibras públicas y privadas, como cuando Molotov arma tremendo desmadre en
Rusia o cuando los Fabulosos Cadillacs esperaban su turno para tocar tras ellos
en el Vive Latino y se preguntaban qué pasaba afuera con tanto desmadre y no
sabían si estaba temblando o qué pedo. Sin duda gran impacto y trayectoria de
la banda en cuestión.
Eterna Fan del Kaskep (lo que sea que eso signifique) Buen Debraye - fuera del análisis -me encantó eso de "ciudad", es raro. Se que vivimos en el mismo jodido país pero aveces me haces sentir que estoy mas lejos.
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